domingo, 15 de febrero de 2009

RECUERDO

Recuerdo pocos detalles de aquel día. El momento, la hora, el lugar, poca cosa. Recuerdo bien una sensación, una melodía, el olor dulce de los pinos, un horizonte amplio lamiendo la mortecina luz del sol, intentando esconderse tras unas montañas azules y distantes. Una explosión de nubes grises matizadas de naranjas, violetas, malvas, contrastados con el azul violáceo del más triste de los ocasos. Recuerdo una larga y monótona carretera manchega. Conducía a la velocidad a la que las cosas se ven más relajadas, disfrutando cada imagen. A medida que el sol descendía entre las nubes el paisaje se barnizaba en naranjas, se alargaban las sombras y la silueta de los pueblos con su campanario puntiagudo se hundían entre los campos quebrados en ocres. Un tractor lejano levantando el polvo de la tierra seca abierta en canal. Las ventanillas bajadas me permitían disfrutar del aire en mi cara con la seguridad que me mantendría despierto. En aquel momento Coldplay sonó en la radio, el volumen mas allá de lo cómodamente soportable pero acorde con mi intención de llegar a casa despierto. “Viva la vida” ¡Joder!, pensé, claro que viva la vida. Mis ojos llenaron de optimismo unos segundos la carretera haciéndome ver lo inútil de recrearme en la errónea y absurda decisión de borrar y no haber entregado mi cuadro. Seis horas pintando para borrarlo todo y al final marcharme a casa con la tabla en blanco. No hay peor derrota que la del fruto de no haberlo intentado. Rabia, frustración, impotencia, al final solo un agujero en el estomago. Creo que fueron los ciento ochenta kilómetros mas largos de regreso a casa. “Viva la vida”, joder, claro que viva la vida, es una imperativa invitacion a vivirla, no una exclamación optimista. Detuve mi coche en una salida solitaria con cambio de sentido. El sol había dado paso a un cielo limpio. Las nubes de tormenta de cien kilómetros atrás ya habían pasado y el cielo lleno de estrellas me recordaba lo banal de nuestras decisiones. Mañana será otro día, mi escasa memoria se encargara de borrar todo vestigio de este día. Pase seis horas pintando junto a unos contenedores de basura, sin embargo solo recuerdo el olor a jazmín de un patio cercano.

miércoles, 14 de enero de 2009

HUELLAS




He visto tantos amaneceres que ya no se si los he visto en un anuncio de coches, he trazado tantas curvas que no soy capaz de andar en línea recta, he tragado tanto polvo que mi saliva es puro barro, he olido tanta trementina que me mareo de pensarlo, he pintado rápido y he dormido mal. Tantos kilómetros por carreteras perdidas, tantas líneas discontinuas por carreteras oscuras, benditos resaltes en el arcen que te despiertan justo a tiempo. Nos convertimos en cerdos justo un segundo antes de que Circe nos tentara con sus manjares. Ajenos a cantos de sirenas, mas bien regalados y saciados de tentaciones. Siempre estamos más cerca de continuar nuestro viaje que de finalizarlo, siempre con la duda de si al menos quedara una huella que justifique el camino.

ALCORISA BAJO CERO






El primer concurso del año, y merecidamente uno de los mas duros en cuanto al clima que solemos soportar. Cuando intento explicar en que consisten los concursos de pintura rápida suelo poner dos ejemplos de las temperaturas extremas que soportamos, en verano hay ocasiones en que sobrepasamos los cuarenta grados y recuerdo un par de ocasiones en que la misma saliva se me seco en la garganta. En el otro extremo pongo el ejemplo de Alcorisa, pueblo de Teruel en el Bajo Aragón, donde en el 2005 llegamos a pintar a cinco grados bajo cero. Esto, unido a una fina lluvia hizo de una jornada de pintura al aire libre un autentico calvario.
Pienso que es uno de los ocho miles que cualquier pintor tendría con orgullo en su curriculum. Lo verdaderamente importante no es si se trata de un concurso y si conseguiremos un premio. Es el reto de pintar durante unas siete horas soportando el frío sin perder la capacidad de concentración e intentar ser creativo, además de ser capaz de matizar colores y ajustar tonos si los dedos entumecidos y rígidos por el frío nos dejan usar pinceles y espátulas.
Cualquiera que haya pintado en este concurso debería ponerlo en su curriculum, no como seleccionado o premiado, sino como participante y sufridor.
Este domingo toca y llevo toda la semana preparando tablas y oleos a los que añadiré cadenas para el coche.

miércoles, 18 de junio de 2008

AVILA, Y DE PASO CHINCHILLA.



¿Por qué tardaran tanto?. - El día ha sido largo, el motivo que me gusta, como siempre a pleno sol. Bueno, medio bote de filtro solar y todo arreglado. Ya están subiendo a la tarima. Vaya, hay un par de jurados que todavía no se han quitado las gafas de sol. A menudo, muchos jurados usan gafas de sol para mirar los cuadros y emitir su fallo. Mucho mas a menudo el filtro que les impide ver mejor las obras es de otro tipo. Ya se anima la cosa, los papeles en la mano son los diplomas y el acta con los premiados. Menudo día, ocho horas pintando a pleno sol, estoy reventado. ¿Dónde habrán ido a parar los tres litros de agua que me he bebido?. Lo peor no ha sido el calor, no señor, lo peor ha sido pintar justo delante de unos cuatro o cinco asadores y la sinfonía de aromas mezclado con el de la leña quemándose entre los jugos hacían de mi estomago otro tipo de melodía menos agradable. Patatas revolconas, Judías del Barco, el Chuletón, incluso creo oler unas natillas caseras que me dicen que deje de pintar y me siente a yantar. Nunca hago caso de cantos de sirenas y menos si van acompañadas de los cánticos de mis tripas. En una especie de estúpida penitencia, los que pintamos en estos concursos solemos desayunar bien y no comer hasta terminar el concurso, a veces directamente la cena. Ya empiezan con los nombres. Al principio deseas no estar entre los primeros nombres puesto que el orden de los premios es inverso a su cuantía, siendo los últimos clasificados los primeros en salir. Muchas veces los últimos premios suelen ser de unos trescientos euros, mala paga para ocho horas de trabajo y muchos años de oficio. Y menos si descontamos gastos como alojamiento, comidas o combustible. Cuando llegan los medianos, ya unos respetables quinientos o seiscientos euros dices “con estos ya me conformo” pero una vocecilla interior te repite incansable “todavía no, todavía no, a por los primeros” y cuando solo quedan uno o dos por salir deseas haber salido de los primeros. Vaya!, mi nombre, es emocionante cuando dicen tu nombre en voz alta y toda la gente te aplaude. Algún compañero de buena cuna incluso te silva y oyes un “venga campeón”. Los aplausos son doblemente agradecidos cuando vienen de un compañero. Me gusta tomármelo con calma, me acerco tranquilamente a coger mi cuadro entre los aplausos de la gente y algún que otro “bonito cuadro”. Mañana cuando este en el curro volveré al anonimato absoluto, pero ahora disfruto de mi pequeño minuto de anonimato glorioso. Subo a al escenario, uno, dos, tres, cuatro escalones, con la emoción y el temblor en el cuerpo busco la mano del patrocinador “gracias”, veo una sonrisa sincera que intento devolver y me giro directamente al publico. Levanto el cuadro con una mano, me gusta hacerlo porque noto como los aplausos suben en decibelios sobre todo por los de la ultima fila que agradecen el gesto. Incluso los que están cerca me escuchan un solemne “excalibur!” como si acabase de arrancar el mismísimo acero de la roca. Es en este momento, de no mas de dos o tres segundos en que se me agolpan todas las sensaciones del día. La fatiga, la ilusión, los kilómetros, el sueño, lo recuerdo todo mezclado en el mejor de los cócteles que te suben la autoestima y el bolsillo. Lastima que haya sido mención de honor y el talón sea de sesenta euros, al menos conservo el cuadro. Después supe que Jose Maria, incansable artista y concursante, fiel a su estilo lejos de modas y ajeno a jurados caprichosos, se llevo el primer premio dotado con tres mil euros. Me alegre por el, vendí mi cuadro y di el día por bueno. Aun quedaban trescientos kilómetros hasta Chinchilla, cerca de Albacete y nos volveríamos a ver las caras.

lunes, 9 de junio de 2008

CABALLEROS, ORDENES Y BLASONES.

Infantes, así llamada en justificada abreviatura y sobrada referencia a su noble personalidad. Villanueva de los Infantes es tierra de piedras viejas y nobles, casas blasonadas y devotas. De ordenes caballerescas, Calatrava y Santiago. Una tierra de otros tiempos, en los que la honra era mas importante que la bolsa y ambas escaseaban. Este año se celebraba la sexta edición del certamen de pintura rápida organizado por la asociación Arteaga Alfaro y siempre se me ha dado bien, de hecho demasiado bien. Aquí gane el año pasado el primer premio, por eso desde hacia una semana me venia planteando no acudir este año. Es una norma no escrita que el pintor que consigue un primer premio en una plaza no acuda al año siguiente. Pero con lo especial que me resulta este concurso y el interés con que tratan siempre a los pintores que acudimos (creo que es el primer concurso donde se insta al jurado por megafonía a terminar con su deliberación), ¿cómo no acudir?. Lo estuve meditando hasta la misma noche antes y pensé que habiendo veinte premios mejor participar que arrepentirme de no hacerlo. Madrugon y tres horas de camino, y en el momento del sellado intente renunciar a los primeros premios, pero un lacónico “no esta contemplado en las bases” y mi torpe intento de explicar que no era cuestión de vanidad sino de simple respeto a mis compañeros, zanjaron el asunto entre miradas de reojo. Pero no fue hasta que Antonio, buen valenciano, me revelo la clave. “¿No gano el “madri” el año pasado la liga? ¿y no se ha presentado de nuevo y la ha vuelto ha ganar?”. Asunto zanjado, al lío. Un par de horas de búsqueda y de varios intentos en vano de no perderme y por fin encuentro el motivo. Justo en una esquina cerca de la plaza mayor, un tema que se adaptaba bien al formato de la tabla elegido, un ciento veinte por sesenta. Ciento veintiocho obras de lo mejorcito en pintura rapida, una exposición de lujo con el mejor de los escenarios, acompañado este año por un conjunto de esculturas en bronce del mismísimo Hidalgo, su sempiterno escudero y sus mas o menos nobles y enjutas cabalgaduras, mas bien cabalgablandas. Lo mejor que tiene este concurso es que como toda buena plaza manchega invita al dialogo e impide la dispersión de los agotados pintores. Así supe que Alfonso arriesgo tirandose a los verdes, salude a Camilo que hacia meses que no lo veia atreviéndose con el oleo, Angulo me explico de nuevo su teoría del péndulo, que viene a decir que si un pintor consigue muchos premios un año, al siguiente no se come un torrao, que Pinedo no había madrugado para levantarse puesto que ni se había acostado y una resaca y unas buenas ojeras daban fe de ello, Daniel sigue con sus exitos con los comics y seguia con sus negociaciones con su otro yo, que Cristóbal usa un bonito laca geranio casi de la señorita Pepis, que Manolo Plaza pinta sus nubes mirando mas en su corazon que al cielo, Que el otro Cristóbal sigue debiéndome un cuadro y que seguramente tardara en pagármelo, Que Manolo y Joaquina, se han comprado una casita en Avila, y que Javier tenia claro que como todos los demás saldrían pitando para Segovia en cuanto fallasen los premios.

viernes, 2 de mayo de 2008

1 DE MAYO, COLMENAR

Diego F. Colume es uno de esos personajes que te los encuentras en el ultimo rincón del planeta y tienes la sensación de que son de ese lugar. Incansable. Yo sabia que aparte de un magnifico pintor también es profesor de música, violín concretamente. Para mi formaba parte de esa leyenda negra que a veces nos acompaña cuando alguien nos pregunta: “¿Tu a que te dedicas?” y profesor de violín es lo ultimo que me hubiera imaginado. Según me contó Arauzo, a la misma hora que este daba cuenta de unas chuletas de cordero regadas generosamente con un Ribera del Duero, mas o menos las diez de la noche, Colume acababa de salir de Gijón. Nosecuantas horas de viaje, Madrid, Ciudad Real, y cerca de las nueve de la mañana nos lo encontramos junto al lugar de sellado, en Colmenar. Un par de horas durmiendo en el coche y listo, “fresco como una lechuga” aunque no supiera muy bien donde estaba. Colmenar es un pueblo de la Axarquia malagueña, cerca de Antequera, de casas blancas apiñadas alrededor de la iglesia, salvando desniveles y comprometiendo embragues de atrevidos buscavistas. Al finalizar la jornada y para aliviar la espera del fallo del jurado, la organización nos amenizo con un concierto con una orquesta de ocho músicos que interpretaron algunas piezas de lo que me pareció era música barroca. Ya antes del concierto Coincidí con Diego en la entrada del Ayuntamiento a modo de improvisado camerino, se intereso por una viola de una de las chicas y se puso a tocarla a modo de ukelele ante el estupor de las demás. Pero fue tras el fallo del jurado cuando fue más allá. Algunos de los premiados, camino del salón de actos nos encontramos de nuevo en la entrada del ayuntamiento con una rezagada del grupo que todavía jugueteaba con su violín, Colume muy educadamente le pidió permiso, la chica no pudo negarse y con cara escéptica se lo puso en las manos. Pensó “a ver si se sabe el cumpleaños feliz, ñi, ñi, ñiiii”. Lo sostuvo un momento entre su barbilla y su hombro. Mientras sus dedos buscaban un lugar entre el mástil y la otra mano con un gesto claramente familiar, mecía el arco sobre las cuerdas. Las primeras notas me sonaron apresuradas como buscando algo y poco a poco se volvieron familiares, ágiles y seguras, encadenando una melodía que ya había escuchado otras veces y me recordaba algo vivo y sentido. En los escasos dos minutos que duro todos permanecimos absortos rompiendo en aplausos en el mismo momento en que dio su última nota. La cara de la dueña del instrumento no tardo mas de diez notas en darse cuanta de que ese tipo barbudo con las manos manchadas de pintura sabia lo que hacia y recibió el instrumento aliviada y agradecida mientras los demás subíamos las escaleras a recibir nuestro premio. Yo nunca había escuchado un violín en vivo y probablemente no lo vuelva a hacer desde tan cerca, ni tampoco creo que lo haga en mejor lugar que un pequeño pasillo en la entrada de un ayuntamiento de un precioso pueblecito de la Axerquia de Málaga. Estos pequeños prodigios son caprichosos y ocurren donde menos te lo esperas, pero si te encuentras con Colume y hay un violín cerca procura no perder de vista a ninguno de ellos.

viernes, 25 de abril de 2008

20 de Abril... en Ariño


Ariño es un pueblo minero del norte Teruel donde se celebraba por primera vez un concurso de pintura rápida. Un pueblo de casitas bajas y cuestas empinadas en la falda de una montaña. Una iglesia que se eleva sobre la silueta del pueblo y como característica peculiar un castillete en la boca de un antiguo pozo minero. El día anterior, y ante la perspectiva de la anulación del concurso por la posibilidad de lluvias, llame a un teléfono que venia en las bases. “¿Llover?, Aquí!, aquí no llueve nunca!, no tenemos esa suerte!” aunque el mismo señor, muy amablemente me indico que el concurso se celebraría a aunque lloviera. Llegue la noche anterior y efectivamente, estuvo lloviendo todo el camino hasta justo cincuenta kilómetros antes. Como puede ser la climatología tan caprichosamente injusta con algunas zonas. Sin embargo el día del concurso se cumplieron los pronósticos y para suerte del pueblo llovió. Suerte que unos soportales y una foto de emergencia me permitió pintar. Tengo que decir que no uso la foto en los concursos salvo en dos o tres ocasiones al cabo del año y esta era una de ellas y por motivos bastante justificados. Era el mejor día para comenzar la sesión con una de mis canciones fetiche, “20 de Abril” de Celtas Cortos respondiendo a un curioso tópico y la coincidencia de fechas. No apetecía pintar, y tras cuatro o cinco canciones de celta pop decido pasar a la acción, “Season of the witch” de Donovan, seguido de “House of the rising sun” de The Animals. La jornada transcurre entre viento y lluvia, y entre claro y claro la visita de la gente de Ariño entre curiosa y agradecida interesándose por las diferentes técnicas y visiones de su pueblo. Pero lo mejor estaba por llegar, finalizado el cuadro y entregado en el lugar dispuesto, nos ofrecen una comida a los pintores. Nos dirigimos al “multiusos” y nos encontramos con la sorpresa de que todo el pueblo estaba comiendo allí, nosecuantoscientas personas compartiendo mesa y mantel con nosotros, el pueblo entero. Unas judías con tocino y chorizo y de segundo unas salchichas, fruta y hasta café, todo servido por la gente de Ariño. Terminada la comida todos salen a ver las obras y esperar el fallo del jurado. Muchos salimos diciendo que con semejante muestra de hospitalidad ya nos vamos bastante premiados, yo por fortuna marcho doblemente premiado. Permitidme que como muestra os ponga los dientes largos, y esta vez no os muestre pintura.

martes, 15 de abril de 2008

GRANADA

El concurso de Granada era el que menos me apetecía. Facultad de Bellas Artes, una ciudad con mucha tradición artística y calles cuajadas de rincones para pintar cien cuadros. Pero mis huesos maltrechos, después de la agotadora jornada en Pizarra, hallaron reposo aquella noche como si adivinaran lo que se avecinaba. Las siete menos cuarto, media hora antes que el despertador ya estaba en pie. Desayuno y al coche. Incluso el dichoso GPS que siempre me hace esperar antes de triangular y posicionarse, no tardo más de diez segundos. En la radio, al azar, Dover, pero de los primeros temas, al fondo Sierra Nevada, con mas nieve que la ultima vez que pase por aquí, no hace mas de un mes. Encuentro aparcamiento junto al lugar del sellado, mas céntrico imposible, mejor así, no arrastro tantos bártulos. Las manos todavía hinchadas y coloreadas del día anterior se agarrotan con los seis grados a las ocho de la mañana. Creo que hoy no me hará falta el filtro solar, con tres mangas tengo bastante. Sellado, numero veintiocho, un número cualquiera, yo no le hago ascos a un trece ni a un veintiocho. Mi idea era buscar tema cerca de la Gran Vía de Colon, dejo a mi amigo Alfonso buscando tema cerca de Puerta Real mirando una perspectiva que se asemeja mucho a la misma Gran Via madrileña. Me cruzo con mas pintores buscando el lugar de sellado. Vaya, hoy no bajamos de ochenta o cien. Dejo atrás el Corral del Carbón y resisto la tentación de acercarme a la Alcaicería, no cabria con mi tabla de un metro por un metro. De pronto un tema, la catedral al fondo de una estrecha calleja con la parte superior iluminada por el sol, no me convence. Es cuando miro al fondo de la calle cuando encuentro el tema, la iglesia de Santa Ana al fondo y el ir y venir de coches y autobuses. Como telón de fondo, el Albaicin con sus carmenes blancos. Después de unos minutos, como un tigre enjaulado subo y bajo buscando el punto exacto donde plantar el caballete. Tengo tema. Me doy cuenta que un tipo en la otra acera ya casi tiene terminado el cuadro. La jornada transcurre entre curiosos preguntando acerca de la extraña aparición de pintores por todos los rincones del centro, “¿Esto que es, un concurso?”, el ir y venir de autobuses que me tapan la vista unos segundos y turistas en manga corta. Termino dolorido por el esfuerzo de estar siete horas pintando, pero satisfecho por el privilegio de haberlo hecho en una de las ciudades mas agradecidas, y no solo artísticamente. Mi cuadro gusta, un par de compañeros me lanzan miradas con un lacónico “que cabronazo”. A menudo no es mas que una expresión cómplice a caballo entre un “buen cuadro!” y un “podías haberte quedado en tu casa!”. Hoy me gusta mi cuadro y con eso me doy por satisfecho. Un par de horas y el jurado ya tiene veredicto, estoy entre los premiados. Lastima de algún que otro cuadro de compañeros que se quedan fuera, merecedores de premio tanto como yo, aunque solo sea por el palizón. El próximo concurso seré yo quien no tenga premio, hoy voy a disfrutarlo. Todavía quedan casi cuatro horas de camino a casa, las más dulces del día.

miércoles, 19 de marzo de 2008

SEGOVIA, CALMA TRAS LA TEMPESTAD


Una vez finalizado el plazo para la entrega de la obra, se colocan en los caballetes en la plaza o lugar designado. Ahora le toca al jurado puntuar y clasificar las obras. Nosotros a descansar.

martes, 11 de marzo de 2008

CINCO MINUTOS

Todavía faltan unas pocas semanas para que comiencen los concursos. Mientras tanto iré subiendo algunas de las fotos que he ido haciendo en estos años. Me gusta hacer un alto en el camino y contemplar momentos como el de la foto, apenas duran cinco o diez minutos y hacen que el viaje en si ya merezca la pena. No recuerdo de que concurso volvía, pero por la fecha, allá por el 2.003 mi único objetivo era que me seleccionaran. ¿Que mejor premio que estos cinco minutos?