
Ariño es un pueblo minero del norte Teruel donde se celebraba por primera vez un concurso de pintura rápida. Un pueblo de casitas bajas y cuestas empinadas en la falda de una montaña. Una iglesia que se eleva sobre la silueta del pueblo y como característica peculiar un castillete en la boca de un antiguo pozo minero. El día anterior, y ante la perspectiva de la anulación del concurso por la posibilidad de lluvias, llame a un teléfono que venia en las bases. “¿Llover?, Aquí!, aquí no llueve nunca!, no tenemos esa suerte!” aunque el mismo señor, muy amablemente me indico que el concurso se celebraría a aunque lloviera. Llegue la noche anterior y efectivamente, estuvo lloviendo todo el camino hasta justo cincuenta kilómetros antes. Como puede ser la climatología tan caprichosamente injusta con algunas zonas. Sin embargo el día del concurso se cumplieron los pronósticos y para suerte del pueblo llovió. Suerte que unos soportales y una foto de emergencia me permitió pintar. Tengo que decir que no uso la foto en los concursos salvo en dos o tres ocasiones al cabo del año y esta era una de ellas y por motivos bastante justificados. Era el mejor día para comenzar la sesión con una de mis canciones fetiche, “20 de Abril” de Celtas Cortos respondiendo a un curioso tópico y la coincidencia de fechas. No apetecía pintar, y tras cuatro o cinco canciones de celta pop decido pasar a la acción, “Season of the witch” de Donovan, seguido de “House of the rising sun” de The Animals. La jornada transcurre entre viento y lluvia, y entre claro y claro la visita de la gente de Ariño entre curiosa y agradecida interesándose por las diferentes técnicas y visiones de su pueblo. Pero lo mejor estaba por llegar, finalizado el cuadro y entregado en el lugar dispuesto, nos ofrecen una comida a los pintores. Nos dirigimos al “multiusos” y nos encontramos con la sorpresa de que todo el pueblo estaba comiendo allí, nosecuantoscientas personas compartiendo mesa y mantel con nosotros, el pueblo entero. Unas judías con tocino y chorizo y de segundo unas salchichas, fruta y hasta café, todo servido por la gente de Ariño. Terminada la comida todos salen a ver las obras y esperar el fallo del jurado. Muchos salimos diciendo que con semejante muestra de hospitalidad ya nos vamos bastante premiados, yo por fortuna marcho doblemente premiado. Permitidme que como muestra os ponga los dientes largos, y esta vez no os muestre pintura.