martes, 15 de abril de 2008

GRANADA

El concurso de Granada era el que menos me apetecía. Facultad de Bellas Artes, una ciudad con mucha tradición artística y calles cuajadas de rincones para pintar cien cuadros. Pero mis huesos maltrechos, después de la agotadora jornada en Pizarra, hallaron reposo aquella noche como si adivinaran lo que se avecinaba. Las siete menos cuarto, media hora antes que el despertador ya estaba en pie. Desayuno y al coche. Incluso el dichoso GPS que siempre me hace esperar antes de triangular y posicionarse, no tardo más de diez segundos. En la radio, al azar, Dover, pero de los primeros temas, al fondo Sierra Nevada, con mas nieve que la ultima vez que pase por aquí, no hace mas de un mes. Encuentro aparcamiento junto al lugar del sellado, mas céntrico imposible, mejor así, no arrastro tantos bártulos. Las manos todavía hinchadas y coloreadas del día anterior se agarrotan con los seis grados a las ocho de la mañana. Creo que hoy no me hará falta el filtro solar, con tres mangas tengo bastante. Sellado, numero veintiocho, un número cualquiera, yo no le hago ascos a un trece ni a un veintiocho. Mi idea era buscar tema cerca de la Gran Vía de Colon, dejo a mi amigo Alfonso buscando tema cerca de Puerta Real mirando una perspectiva que se asemeja mucho a la misma Gran Via madrileña. Me cruzo con mas pintores buscando el lugar de sellado. Vaya, hoy no bajamos de ochenta o cien. Dejo atrás el Corral del Carbón y resisto la tentación de acercarme a la Alcaicería, no cabria con mi tabla de un metro por un metro. De pronto un tema, la catedral al fondo de una estrecha calleja con la parte superior iluminada por el sol, no me convence. Es cuando miro al fondo de la calle cuando encuentro el tema, la iglesia de Santa Ana al fondo y el ir y venir de coches y autobuses. Como telón de fondo, el Albaicin con sus carmenes blancos. Después de unos minutos, como un tigre enjaulado subo y bajo buscando el punto exacto donde plantar el caballete. Tengo tema. Me doy cuenta que un tipo en la otra acera ya casi tiene terminado el cuadro. La jornada transcurre entre curiosos preguntando acerca de la extraña aparición de pintores por todos los rincones del centro, “¿Esto que es, un concurso?”, el ir y venir de autobuses que me tapan la vista unos segundos y turistas en manga corta. Termino dolorido por el esfuerzo de estar siete horas pintando, pero satisfecho por el privilegio de haberlo hecho en una de las ciudades mas agradecidas, y no solo artísticamente. Mi cuadro gusta, un par de compañeros me lanzan miradas con un lacónico “que cabronazo”. A menudo no es mas que una expresión cómplice a caballo entre un “buen cuadro!” y un “podías haberte quedado en tu casa!”. Hoy me gusta mi cuadro y con eso me doy por satisfecho. Un par de horas y el jurado ya tiene veredicto, estoy entre los premiados. Lastima de algún que otro cuadro de compañeros que se quedan fuera, merecedores de premio tanto como yo, aunque solo sea por el palizón. El próximo concurso seré yo quien no tenga premio, hoy voy a disfrutarlo. Todavía quedan casi cuatro horas de camino a casa, las más dulces del día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ey! eso está genial!! menos mal que ibas cansado! :P
no sé si porque ibas apretado de tiempo o por cualquier otra cosa, pero el cuadro está especialmente descompuesto y explosivo, y toda esa abertura que tiene en la parte inferior está genial, que normalmente lo dejas más cerrado con el asfalto. Y las dos diagonales amarillas... pfff una pasada!!
a ver cuándo consigo eso!! esas composiciones! que hasta así en pequeñito se ve bien compuesto (y normalmente reducidos quedan mal), y esa primera lectura es la más importante de un cuadro.

enhorabuena por el cuadro y por el premio!!